domingo, 10 de julio de 2016

Observa Perfil el cambio de Szpolski: de medios a "servicios" de seguridad

Trabaja con una firma en la que se mezclan espías y ex altos rangos del ejército israelí. Pese a las estafas contra sus ex empleados, sigue su rutina diaria en Puerto Madero
Por: Maximiliano Santos
“¿Cuánto tiempo más van a venir a Puerto Madero? ¿Dos meses, tres? La gente tiene que salir a trabajar y no puede estar perdiendo el tiempo”. Habían pasado pocos días de la asunción de Mauricio Macri y Sergio Szpolski, el hombre más beneficiado por la pauta oficial durante el kirchnerismo, se refería así en privado al conflicto que estaba a punto de estallar en sus medios, con casi 800 empleados abandonados a su suerte. Aunque hacia afuera buscaba transmitir que todo seguiría igual, en su lujosa oficina de Puerto Madero y con vista al río el empresario ya medía cuánto podía durar la protesta por los medios y ponía la mente en nuevos negocios para 2016 que tenían a la seguridad en la mira.

Primero empezó a vaciar su conglomerado de medios y sociedades, que sólo entre 2009 y 2015 recibió por parte de la Jefatura de Gabinete más de 800 millones de pesos. En diciembre, Szpolski dejó de pagar sueldos y no indemnizó a la mayoría de sus empleados, y acumuló también exorbitantes deudas con proveedores y el Estado. Fue vaciando las cuentas de las sociedades, a nombre de testaferros (familiares y empleados cercanos) y se ocupó de despegarse –a través de sus estrechos contactos en la vieja y en la nueva SIDE, entre ellos Darío Richarte y Juan José Gallea– para eludir a la Justicia.

El conflicto en Tiempo Argentino y Radio América se transformó esta semana en un tema de Estado. El miércoles visitó el edificio de Colegiales la ex presidenta Cristina Fernández, y un día después el propio Mauricio Macri se refirió a sus trabajadores como “usurpadores” (ver recuadro). Mientras todo esto pasaba, muchos se preguntaban sobre el paradero actual de Szpolski.

Su rutina no cambió. Llega al edificio Buenos Aires Plaza, detrás del Hilton, a bordo de su lujosa 4x4 manejada por su chofer de siempre. Desde la oficina del quinto piso puso en marcha su nuevo plan: una empresa de seguridad en la que se mezclan sus contactos con espías locales y con ex reservistas del ejército israelí y del Mossad.

Aunque Szpolski lo niega de forma rotunda a quien se lo pregunte, hace varios meses desembarcaron en Puerto Madero tres hombres fornidos que llamaron la atención de las recepcionistas. Hablaban en inglés y en hebreo, y pidieron ver al hombre que fundó y abandonó al Grupo Veintitrés. Se tratarían de los representantes de la empresa SLS Consulting & Training, creada en Tel Aviv en 2002, y que abrió su filial en Buenos Aires bajo el nombre SLS Argentina. La empresa está dirigida por militares de alto rango del ejército israelí, uno de ellos ex jefe de las fuerzas especiales de la policía y otro ex jefe del Ministerio de Defensa. La compañía se dedica a brindar planes integrales de seguridad y cuenta entre sus clientes a la aerolínea Avianca, la ciudad de Bucarest, estadios en Nueva Zelanda y un cuerpo de ingenieros del ejército de los EE.UU., entre otros. Entre los primeros productos que buscan colocar en nuestro país, se destaca el de insumos (equipamiento médico táctico) para las fuerzas de seguridad, además de las cámaras, negocio en el que Szpolski había puesto el ojo varios años atrás a través de sus contactos con intendentes peronistas del Conurbano.

Aunque busque cambiar drásticamente de rubro, hay algo en Szpolski que se repite: la conformación de empresas a nombre de testaferros. Por ejemplo, Durby SA fue creada en mayo de 2015. El 17 de mayo de este año, asumió como director suplente Juan Matías Domínguez, quien figura como testaferro de Szpolski en numerosas compañías (entre ellas, el diario BAE Negocios SA en marzo de 2008), y quien cuenta, según los registros del Banco Central, con 235 cheques rechazados por un total de 14.131.499,44 pesos por varias de las empresas del Grupo Veintitrés.

En los registros, Durby tiene como actividad principal “custodia, seguridad y vigilancia de personas, mercaderías y bienes, traslado de valores, y servicios autorizados por leyes, agencias de investigaciones y de seguridad privada”. Su domicilio fiscal se estableció en Lavalle 643. Justamente, ésa es una de las direcciones legales que estableció Szpolski, y adonde llegaron en los últimos meses decenas de cartas documento de sus ex empleados.

Sostienen en Inteligencia al ex gerente del grupo de Szpolski
Pasó por el gobierno de la Alianza, fue directivo de medios kirchneristas y ahora maneja los fondos del espionaje argentino
El nombre del contador Gallea salió (módicamente) a la luz tras la violenta entrada de una patota al diario Tiempo Argentino, hoy en manos de una cooperativa de periodistas. El ataque estuvo encabezado por el supuesto comprador del (ex) diario de Szpolski, el enigmático empresario Mariano Martínez Rojas.

Szpolski, por su parte, encara por estos días una nueva reencarnación en vida: del negocio de los medios de comunicación (beneficiado por la millonaria pauta estatal kirchnerista) al de la seguridad privada. Tal como reveló Perfil, el ex dueño del Grupo 23 estaría al frente de una compañía de seguridad en la que se mezclan espías y ex altos rangos del ejército israelí.

Mientras manejó su holding de medios (compuesto por los diarios Tiempo Argentino y El Argentino, Radio América y FM Vorterix, y el canal CN23, entre otros), Gallea fue una especie de CEO del Grupo. Su llegada a la empresa de Szpolski se había dado vía el ex número dos de la SIDE (aunque número uno en la práctica) del gobierno aliancista: Darío Richarte. Hasta diciembre de 2014, el radical Richarte fue abogado del Grupo 23.

Szpolski cambió los medios por la seguridad privada
Bajo la presidencia de Fernando de la Rúa, Richarte había designado como director de Finanzas de la ex SIDE a Gallea, quien quedó envuelto en el escándalo de pago de coimas al Senado para aprobar la ley de flexibilización laboral. El legislador Gustavo Vera denunció recientemente que Gallea era quien administraba las empresas pantalla de la ex SIDE.

Tras el derrumbe de la Alianza, ambos ex SIDE se volvieron funcionales al kirchnerismo: Richarte, en su rol de operador en Comodoro Py, y Gallea como gerente de los medios de Szpolski.

A partir de la ruptura del statu quo entre el kirchnerismo y la conducción de la Secretaría de Inteligencia (incluida la pelea descarnada con el mítico Jaime Stiuso), Richarte y Gallea empezaron a jugar para el macrista Daniel “el Tano” Angelici, presidente de Boca y dirigente con aspiraciones de influir sobre la Justicia federal.

A tal punto llega la sociedad con Angelici, que Richarte integra la comisión directiva de Boca. Angelici a su vez es un viejo conocido del jefe de la AFI, Gustavo Arribas, empresario dedicado a la compra y venta de jugadores de fútbol hasta hace un año. Así, de la mano de Richarte, Angelici y Arribas, Gallea reincidió en la Agencia Federal de Inteligencia. Y con una actualización en su poder: por un decreto de Mauricio Macri, ahora el presupuesto de la AFI es aún más secreto que antes.

Szpolski: el peor Báez de los medios
Por: Javier Calvo
Advertencia: esta columna contiene spoilers; nombres e información políticamente incorrectos
Es fácil pegarle a Sergio Bartolomé Szpolski. Volver a contar su oscuro rol en la quiebra del Banco Patricios o por qué fue expulsado de la AMIA, su origen radical, sus nexos con Enrique Nosiglia, cómo pasó de ser un cuentapropista de un diarito universitario y de algún programa mañanero del cable a zar de los medios K, con la mayor pauta publicitaria estatal que nunca recibió antes un grupo mediático... Hasta hay publicado algún libro sobre esta suerte de estafador serial.

¿Por qué un personaje así no está preso, procesado, embargado? Nada. Ni escrachado, siquiera: cuando los trabajadores de sus medios empezaron a hacerlo por la falta de pago de los sueldos, “vendió” esos medios al devenido patotero Martínez Rojas. Linda pantalla.

No se puede explicar el auge y la caída de Szpolski sin pensar en el kirchnerismo. Su ingreso al planeta nac & pop fue de a poco. Pese a que había construido una alianza estratégica con el Grupo Clarín, Néstor Kirchner echó mano de Szpolski para golpear al grupo periodístico que más lo criticaba: Editorial Perfil. Así, con dineros de los contribuyentes, le compró Veintitrés a un tal Jorge Lanata (que también vendió luego a esa publicación de Szpolski fascículos con uno de sus best seller) para intentar afectar a la revista Noticias. Con dineros de los contribuyentes lanzó el diario dominical Miradas al Sur, dirigido por un tal Eduardo Anguita (que no tuvo empacho para publicar operaciones contra esta editorial), para intentar afectar a Perfil.

Consumado el divorcio con Clarín, llegó la gran oportunidad para Sergio Bartolomé. Con dineros de los contribuyentes lanzó Tiempo Argentino, punta de lanza gráfica del periodismo militante, al menos desde su línea editorial, a la que ciertas plumas contribuyeron a sostener por convencimiento, necedad o necesidad. Tiempo empezó a imprimirse en la rotativa de Editorial Perfil (hasta que se canceló el acuerdo por falta de pago), lo que muestra que Szpolski no confunde negocios con ideología si no le conviene.

En guerra contra Clarín, los dineros de los contribuyentes que manejaba el kirchnerismo llevaron a Szpolski a comprar su red de radios al grupo mexicano CIE y a lanzar el canal de noticias CN23. Para ese entonces ya había sumado como socio a un tal Matías Garfunkel, que sigue enviando desde su “exilio” de Miami tuits con fotos provocativas de su mujer. Y en algunas de las radios también se asoció con un tal Mario Pergolini, merced a los dineros de los contribuyentes.

Aunque esta multiplicación mediática no impactaba en las audiencias (una de las razones por las que el kirchnerismo le pide a Cristóbal López que empiece a comprar medios), el ducto de dinero de los contribuyentes no dejaba de fluir hacia Szpolski. Cristina, que visitó compungida esta semana la redacción de Tiempo, dice que ella no puede hacerse cargo del fundador del diario, derrotado candidato del FpV en Tigre. Si ella no sabe, podría preguntarle a su ex secretario de Medios Alfredo Scoccimarro, un ex periodista que mejoró notablemente su tren de vida desde que pasó por la función pública, primero con De Vido y luego en la Rosada. CFK además debería consultarle a Scoccimarro qué hay de cierto en las presunciones acerca de que no todos los centenares de millones que en teoría iban hacia el Grupo Veintitrés llegaban allí.

Integrado por decenas de sociedades irregulares, que gozaban de la protección de la Afip (ante el no pago de impuestos) y de la Anses (ante el no pago de aportes de sus trabajadores, lo que era sabido pero no evitó que ciertos sindicalistas de prensa elogiaran la “solidaridad” de Szpolski con trabajadores de otros medios), el Grupo Veintitrés excede al kirchnerismo aunque lo contenga. Sus vínculos con sectores judiciales y de inteligencia, como explica la nota de Perfil de esta edición, le permiten surfear la ola ante una nueva estafa: al Estado, a los contribuyentes y a los centenares de personas que dejó en la calle. Ni Báez la sacó tan barata.
Fuente: Diario Perfil

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